La golondrina y los pajaritos


Viajando una Golondrina 
Muchas cosas aprendió; 
Que siempre quien mundo vió 
Obtuvo vasta doctrina. 
Las tempestades sentía 
Antes que se desataran, 
Y a fin de que se aprestaran 
A los nautas prevenía. 
Encontró cierta ocasion 
A un rústico en la campaña, 
Que iba sembrando con maña 
El cáñamo a profusión. 
"Esto, en verdad, no me agrada 
Por vosotros, pobrecillos "
Kes dijo a los pnjarillos 
"Yo por mí no temo nada; 
Porque en riesgo tan seguro 
De aquí alojarme sabré, 
O escondida viviré 
En algun rincón oscuro. 
¿No mirais aquella mano 
Que por los aires camina?
Pues ha de ser vuestra ruina
Lo que siembra este verano.
Con ello redes harán
Para envolveros arteras, 
Y lazos y correderas 
Que al vuelo os atraparán. 
Máquinas de toda suerte 
Que en la próxima estación 
Causarán vuestra prisión 
Si no causan vuestra muerte. 
"Por eso", agregó prudente.
"Comed al punto ese grano"
Ellos rieron, y fue vano 
Consejo tan excelente. 
Cuando brotó el cañamar
La Golondrina les dijo:
"Destruid la yerba, o de fijo
Vais vuestra suerte a llorar".
Pero ellos le respondían:
"Profeta de desventura,
Con una carga tan duea
Ni mil personas podrían".
Viendo el cáñamo lozano,
La Golondrina insistió:
"No va bien, siempre creció
Pronto en la tierra el mal grano,
Pues mis avisos prudentes 
No los tomásteis por ciertos, 
Si están los campos cubiertos
Y no se ocupan las gentes
En sus trigos, y la guerra
Hacen a los pequeñuelos
Con redes y con ceñuelos,
No voleis de tierra en tierra:
Id a región más feliz,
Buscad los nidos calientes;
Al Pato imitad prudentes,
A la Grulla y la Perdiz.
No podeis atravesar
Los desiertos ni los mares,
y otros climas, otros lares
En otro mundo encontrar.
El partido más seguro
Que a mi ver debéis seguir,
Es el de iros a vivir
En las grietas de algún muro".
Cansados los pajaritos
De consejos tan prudentes,
Respondieron insolentes
Con insultos y con gritos.
Lo mismo que los Troyanos
Cuando Casandra quería
Abrir la boca, lo hacía
Esa turba de villanos.
Numerosos pararillos
Muy caro a fé lo pagaron;
La yerba que despreciaron
Sirvió a fabricar sus grillos.

Los instintos de los otros
Como nuestros no escuchamos,
Y del mal siempre dudamos
Hasta que viene a nosotros.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

El zorro y la cigüeña

Los zánganos y las abejas

El niño y el maestro de escuela